lunes, 7 de junio de 2010

FAMILIAS CON CIELOS ABIERTOS


Todos nosotros deseamos tener familias en las cuales se manifieste el favor de Dios, con prosperidad real y no temporal, donde se note claramente lo que sucedía con José, el hijo de Jacob, que Dios estaba con él y todo lo que hacía Dios lo hacía prosperar en su mano. Para lograr esto muchos toman el camino de los primeros versículos del Salmo 127, se levantan de madrugada y se van tarde a descansar, pero lo único que consiguen es comer “pan de dolores”, es decir, consiguen lo poco que tienen con demasiado esfuerzo, de tal manera que no les queda ni fuerzas, ni deseos de disfrutarlo. Dios nos muestra en su Palabra que Él puede abrir los cielos para nosotros, y derramar bendición sobreabundante. Pero ¿Cuál es el secreto o que tenemos que hacer para que así sea? Antes de compartir algunos principios bíblicos al respecto es necesario aclarar que es y qué no es tener cielos abiertos. No es sacarse la lotería o ser un suertudo, o alguien con padrinos mágicos o con “estrella”, mientras que otros nacen estrellados. Tener cielos abiertos es tener la gracia de Dios, alguien del cual Dios se agrada y d manera especial se empieza a manifestar sobre su vida, de tal manera que aún cuando se equivoca Dios lo cambia para bien. Es tener a Dios de su lado cumpliendo sobre su vida aún aquellas cosas que tal vez ni son indispensables pero que por el favor de Dios las puede disfrutar. Ahora tampoco significa que nunca va a tener problemas o dificultades o tiempos de crisis, pero estas no aminoran su gozo y su paz, sino que puede tener paz en medio de la tormenta.

La Biblia tiene varias referencias a cielos abiertos, tenemos el caso de Jacob, cuando huía de su hermano Esaú al cual le había robado la primogenitura, engañando a su anciano padre Isaac, Génesis 28: 12-22. Durante el viaje Jacob encuentra un lugar donde dormir y coloca una almohada de piedra y en su sueño ve los cielos abiertos y una escalera apoyada en tierra y que llegaba al cielo y sobre la cual subían y bajaban ángeles. Jacob se despierta y dice: “la presencia de Dios estaba aquí y yo no lo sabía, esto no es otra cosa que casa de Dios y puerta del cielo”, luego eleva una oración estableciendo un acuerdo con Dios, condicional con muchos beneficios personales ¿Porqué pudo pedir lo que pidió? Porque vio que sobe él habían cielos abiertos: Cuando tenemos cielos abiertos entonces se puede manifestar sobre nuestra vida:

1. La presencia real de Dios, y como en el caso de Jacob, así no lo sepas su presencia estará sobre ti. Dios te mostrará de manera sobrenatural cuando Él está obrando sobre tu vida. Será un sostén para aquellas temporadas de desierto, de duda, de temor; podrás decir como el salmista “aunque en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estarás conmigo” No sólo una presencia prometida sino una presencia real, aquello que perdió Sansón sin darse cuenta, aquello que muchas familias e inclusive iglesias pierden y siguen para adelante como si nada hubiera pasado.
2. La protección de Dios. Jacob dijo “si me guarda en el viaje que voy”. Esa protección que tiene hasta tus cabellos contados, esa que te libra tanto de las cosas que te das cuenta, de las que percibes y de las que no tienes la más mínima idea. Protección completa, sobre tu cuerpo, sobre tu alma y sobre tu espíritu. Protección que utiliza tanto “la vara como el cayado” para darte aliento; la vara para librarte de tus enemigos y el cayado para cuidarte de ti mismo, 1 Timoteo 4:16.
3. La provisión de Dios. Jacob dijo “si me da pan para comer y vestido para vestir”. Cuando tenemos cielos abiertos Dios está al tanto de nuestras más mínimas necesidades y como dijo Jesús en Mateo 6:8, “Él conoce nuestra necesidad aún antes que se la pidamos”, y podemos descansar como los niños confiados que al día siguiente tendrán el alimento y la ropa lista y cantar como las aves a las que Dios sustenta cada día o estar tranquilos disfrutando el día como los lirios a los que Dios viste magníficamente.
4. Capacidad para solucionar conflictos familiares de muerte. Jacob iba huyendo porque su hermano lo quería matar. No hay cosa más difícil y triste como cuando nuestras familias están a punto de la “muerte” o “separación”, (muerte no significa aniquilamiento), donde la pareja ya no soporta más la situación y tiene que mantenerse unida sólo por los hijos o por mantener las apariencias; donde los hijos sólo esperan tener 18 años o la capacidad de autosostenimiento económico para inmediatamente levantar las alas y salir de casa. Pero cuando hay cielos abiertos el espíritu de Dios que es uno y manifiesta unidad puede ayudarnos en esa difícil pero no imposible tarea, de tocar los corazones y darles la capacidad de renuncia personal para consolidar la relación familiar.
5. Consolidación de los sueños. Todo lo que pedía Jacob era lo que su corazón anhelaba, eran sus sueños de alcanzar una paz completa en todos los aspectos de su vida. La Biblia dice que Dios concede los deseos de nuestro corazón. Dios ha colocado un sentido de eternidad en el corazón del hombre y anhela que las cosas sean como en el principio, como en el verdadero principio, el del huerto del Edén, en una relación con Dios perfecta sin nada que perturbe todo lo que el creador había diseñado par él. El corazón del hombre y de la mujer añoran muchas veces esos tiempo como cuando empezaron su relación, cuando estaban enamorados; los padres anhelan que el amor y el respeto de los hijos sea como cuando eran niños, en inocencia y ternura; el creyente de tiempo extraña aquel sentimiento conocido como el primer amor de la vida cristiana…y sólo una vida con cielos abiertos es capaz de regresarnos a ese lugar y hacerlo aún más sublime y poderoso.
6. Cambio de vida, creo firmemente que cuando Jacob llega a Peniel y lucha con el ángel se acuerda que mientras iba huyendo los ángeles subían y bajaban porque tenía cielos abiertos, y que cada cosa que le pidió a Dios, Él la había suplido con creces, pero se había olvidado pedir algo un cambio de vida y esta vez no está dispuesto a dejar pasar esta nueva oportunidad y con firmeza y decisión pide que el ángel lo bendijera. Y eso es precisamente lo que hace el ángel, lo bendice, habla bien de él, cambiándole el nombre; en otras palabras vas a dejar de ser un Jacob (usurpador) para convertirte en Israel, un príncipe de Dios o la fuerza de Dios. Los cielos abiertos no son sólo para tener sino sobre todo para ser. Hay un refrán que dice el que pide al cielo y pide poco es un loco. Sería una locura tener cielos abiertos para sólo pedir lo exterior, y no lo interior; como dijera Jesús, debemos poner la mira en lo que no se ve porque lo que se ve es temporal, pero lo que no se ve es eterno.

Familias con cielos abiertos es lo que Dios desea manifestar en cada creyente, en cada ser humano. Dios creó la familia y está totalmente comprometido en su bendición integral. Pero la pregunta sigue ¿Cómo ser familias con cielos abiertos?........... Continuará

No hay comentarios: