jueves, 3 de junio de 2010

VOLVIENDO AL PRIMER AMOR


Después de la salvación una de las cosas más importantes es mantener una muy buena relación matrimonial. La Biblia compara nuestra relación con Dios como nuestra relación con nuestro cónyuge y así como nuestra relación con Dios debe ser excelente, nuestra relación con nuestra pareja debe ser tal en calidad que sea un buen ejemplo de nuestra relación con Dios. Podemos cometer el error de creer que tenemos una buena relación con nuestra pareja porque vivimos juntos, trabajamos y porque de vez en cuando salimos a pasear pero Apocalipsis 2:1-7, nos muestra que uno puede ser muy fiel, muy esmerado, muy perseverante, muy sufrido, muy correcto pero muy sin amor para con nuestra pareja.

Según Deut. 6:4-6, la clave para una buena relación con Dios no es portarse bien, o hacer buenas obras, sino que es amarlo, ósea, es una disposición del corazón, y no exterior. Es fácil poder “demostrar’ que amamos a Dios, pero no amarlo en espíritu y en verdad, Juan 4:23, igualmente sucede en nuestra relación con nuestra pareja. Que Dios nos ayude a ser cónyuges que no fingen o mienten en su amor, sino que aman de verdad, con la intensidad de su primer amor.

I. QUÉ NO ES EL PRIMER AMOR
A. No es cumplir ordenada, disciplinada y esforzadamente con nuestras responsabilidades,
Apoc. 2:2 “Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia”
B. No es mi capacidad para darme cuenta sobre las cosas que pueden estar dañando mi relación matrimonial, Apoc. 2:2 “y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos”
C. No es nuestra capacidad para “soportar” a nuestra pareja o para manifestar una abnegada resistencia frente a la crisis, Apoc. 2:3 “y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado”.

II. QUÉ ES EL PRIMER AMOR
Cuando nos enamoramos de nuestras esposas y comenzamos a salir con ellas, de hecho hasta la boda y por un periodo después, hacemos cosas especiales, preciosas y buenas para ellas. Constantemente les decimos que las amamos. Hacemos cosas graciosas e ilógicas sólo para expresarles a ellas nuestro amor. Nos preocupamos por ellas y siempre estamos pensando en como agradarlas. Sentimos una libertad increíble dentro de nuestro amor para ellas.
A. Honestidad
Los novios y los recién casados, se aman unos a otros con un amor no fingido, Jer. 2:2, “así ha dicho Jehová: “Me acuerdo de ti, de la lealtad de tu juventud, del amor de tu noviazgo”. El amor surge de manera natural, sin esfuerzo, sin presiones.
B. Entusiasmo
En el original implica Entero, emoción, deseo ardiente. Se está pendiente de una palabra suya de afecto, de una sonrisa, una mirada, una llamada de teléfono. El tiempo parece muy corto en su presencia y muy largo en su ausencia; la vida gira en torno a cuándo se producirá el próximo encuentro con el ser amado. Nos descubrimos más generosos y volcados que nunca: satisfacer, sorprender y agradar al otro se convierte en la mayor ilusión.
C. Perspectiva de Intimidad
Se desea estar el máximo posible del tiempo con la persona amada, incorporarlo a nuestro mundo, a nuestra vida. Se busca contacto a través de la piel, la mirada, se busca su proximidad, sentir su energía. Pasamos horas y horas y horas caminando en las calles de nuestra ciudad bajo las estrellas de la noche, agarrados de las manos y conversando. Pasamos tanto tiempo juntos, llegando a conocernos el uno al otro y desarrollando ese amor tan bonito y único, lo cual Dios nos había puesto juntos para disfrutar. No es estar enamorado de lo que puedo recibir de, sino enamorado de la misma persona.

III. EL PRIMER AMOR NO SE PIERDE SINO SE DEJA
Apoc. 2:4 Dice que lo que Dios tiene contra nosotros es que hemos DEJADO nuestro primer amor. Si, todavía amamos a nuestro esposo o esposa, pero hemos dejado de hacerlos nuestro primer amor. Hemos dejado la simplicidad y la libertad de estar enamorados, hemos dejado de seguir abriendo nuestros corazones cada vez más para recibir el amor, y hemos dejado el seguir expresando nuestro amor. La diferencia está en que olvidar no implica una acción voluntaria, el haber dejado sí.

Pero ¿Cómo, cuándo y por qué sucedió? La respuesta es que motivados por ciertas actitudes, experiencias, palabras que nosotros vimos o vivimos con nuestra pareja, fuimos tomando decisiones de ir dejando nuestro primer amor. En otras palabras, frente a situaciones desagradables que experimentamos con nuestra pareja, muchas veces vamos tomando decisiones que equivalen a ir dejando nuestro primer amor: “este hombre no se merece las atenciones que yo le doy”; “ni más vuelvo a desear tener vida sexual con el (ella)”; “ni más voy a confiar en este hombre”, etc.

IV. VOLVIENDO AL PRIMER AMOR
El mensaje es claro y según Apoc, 2:5 son 3 cosas las que tenemos que hacer:
1. Recordar de donde hemos caído
Cómo hemos visto anteriormente, hubo algo que nos hizo dejar nuestro primer amor, debemos identificar y solucionar esa situación porque mientras esté allí será como unas cenizas que apagan el fuego al momento de encender una vez más la llama del amor
2. Arrepentirnos
Esto indica 2 cosas, la primera es un arrepentimiento delante de Dios y de nuestra pareja, porque quebrantamos el pacto matrimonial que habíamos hecho (en las buenas y en las malas, en salud y en enfermedad, prometo amarlo(a) hasta que la muerte nos separe. El otro sentido de arrepentimiento es como cambio de manera de pensar; si yo sigo pensando que yo tengo todo el derecho de dejar las manifestaciones de mi primer amor porque algo no me gustó, será muy difícil edificar una relación
3. Volver a hacer las primeras obras
Retomar todo lo que hacíamos cuando experimentamos nuestro primer amor, (pero recuerde que este paso es en tercer lugar), si solo damos este paso y no los otros, más rápido que lento volveremos a decepcionarnos y a cerrar nuestro corazón. Si por fidelidad y obediencia empezamos a hacer las primeras obras, Dios se encargará de colocar los sentimientos respectivos.

CONCLUSIÓN
Es imposible mantener una relación de pareja creciente si tenemos en nuestro corazón un “doble ánimo”, así sólo estaremos engañándonos a nosotros mismos, de que tenemos una buena relación familiar y estaremos expuestos de manera más vulnerable a los ataques del diablo.

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